
Los jesuitas en Córdoba
El «Camino de las Estancias Jesuíticas» & «La Manzana Jesuítica»
6 de julio de 1573 Jerónimo Luis de Cabrera funda la ciudad de CORDOBA a orillas del río Suquía.
Tres expediciones conquistadoras exploraron y colonizaron el actual territorio argentino: la del Norte proveniente del Perú; la del Este, que ingresa por el Río de la Plata y la del Oeste que accede por Chile. Estas corrientes fueron atraídas por las noticias acerca de regiones donde abundaban los metales preciosos.
Jerónimo Luis de Cabrera (Sevilla 1538~ Santiago del Estero 17 de agosto de 1574 ), nace en Sevilla, España. Arriba a Lima hacia 1569, en 1571 es nombrado corregidor y justicia mayor de la Villa del Potosí, a fines de ese año es designado "adelantado" para la exploración y conquista de nuevas tierras para la corona española en América, de este modo el virrey Francisco de Toledo le nombra gobernador del Tucumán con la orden de fundar una población en lo que hoy es Salta o en Santiago del Estero, sin embargo Cabrera decide hacer su fundación más al sur.
El territorio de la Provincia de Córdoba estuvo comprendido en la jurisdicción de la antigua Región del Tucumán, que había sido descubierta, en 1543, por el Capitán D. Diego de Rojas procedente del Perú. Para desempeñar su gobierno, el 20 de septiembre de 1572, fue designado por el Virrey del Perú, D. Jerónimo Luis de Cabrera, con la misión de fundar una ciudad y de pacificar y dar seguridad a la región, haciendo menos riesgoso el ingreso en ella. Cabrera llegó desde el Perú y, con la cooperación de encomenderos de San Miguel de Tucumán, Santiago del Estero y Esteco, fundó, el 6 de julio de 1573, la Ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía. A tal fin, erigió un fuerte a orillas del Río Suquía.
La histórica ciudad de Córdoba nació del deseo de vincular el Alto Perú con el Río de la Plata mediante lo que se conoció como el Camino Real. Córdoba es la segunda ciudad más importante de la Argentina y la principal de la región central del país. Si bien se encuentra en un extenso valle, a su alrededor gana altura por distintos sistemas serranos que le aportan un microclima propio. Dispersas siguiendo el camino hacia el norte, van apareciendo las capillas y estancias -del siglo XVII y XVIII- construcciones muchas de ellas legadas por los jesuitas. Cuando los jesuitas se radicaron, a principios de 1599, era aún una ciudad muy pequeña que contaba que contaba con pocos vecinos. Entre ellos los encomenderos (vecinos feudatarios), fueron duramente cuestionados por los “servicios personales” exigidos a los encomendados como tributo, lo que llevó a la decisión de privar a la orden de contribuciones. Obligada a sostenerse de manera autónoma, a partir de 1616 organizaron un sistema de Estancias, convento - factorías cuya función era la de proveer de sustento económico a la Orden y sus emprendimientos, ya que comprendieron desde un inicio que no se podía depender de los aportes de los vecinos.
Fundaron el Noviciado hacia 1608, obra a la que siguieron el Colegio Máximo en 1613 (hoy Universidad Nacional de Córdoba) y el Convictorio de Monserrat en 1687. Sin embargo toda esta obra sería interrumpida el 12 de julio de 1767, cuando Carlos III a través de una Real Cédula, ordenara la expulsión de los jesuitas de España y, por lo tanto, de América. El teniente del rey, sargento mayor Fernando Fabro, fue el portador del terrible mandato. Mantuvo a los jesuitas en el refectorio (comedor) del Colegio Máximo hasta el 22 de julio. Entonces fueron subidos a carretas y llevados hasta Buenos Aires, donde serían embarcados en una fragata con destino a Italia. En 1836 los jesuitas volverían convocados por Juan Manuel de Rosas, pero deberían soportar una nueva expulsión en 1843. Vencido Rosas, en 1852 se autoriza el reingreso de la Orden a Córdoba, pero recién en 1860, regresarían a la Campañía de Jesús. Mucho era lo que había ocurrido desde su partida: la revolución de mayo de 1810, la independencia de 1816, guerras civiles entre unitarios y federales… Los jesuitas se encontraban ahora en un Estado en proceso de unificación. Sus bienes habían sufrido distintas suertes: la Universidad y el Colegio de Monserrat pertenecían al Estado Nacional, las estancias, a particulares y la Iglesia presentaba terribles pérdidas. Pero esto no amedrentó a los jesuitas que remontaron la labor que alguna vez debieron interrumpir.Actualmente, la Iglesia de la Compañía de Jesús, la Universidad con su magnifica biblioteca, y el Colegio de Monserrat, ofrecen el testimonio esplendoroso. Las estancias jesuíticas de Córdoba son otra muestra singular de la organización productiva de los religiosos de la Compañía de Jesús en el país, que ha llegado a nuestros días a través de una arquitectura esmeradamente preservada.
El carácter único y relevante a nivel internacional de esta experiencia y sus testimonios patrimoniales ha sido reconocido por la UNESCO, que ha incluido el «Camino de las Estancias Jesuíticas» y «La Manzana Jesuítica» en la Lista de Patrimonio de la Humanidad, en el año 2000.
En el próximo post daremos la ocasión de descubrir el «Camino de las Estancias Jesuíticas» y «La Manzana Jesuítica» que marcan la identidad cultural y turística de Córdoba.
El «Camino de las Estancias Jesuíticas» & «La Manzana Jesuítica»
6 de julio de 1573 Jerónimo Luis de Cabrera funda la ciudad de CORDOBA a orillas del río Suquía.
Tres expediciones conquistadoras exploraron y colonizaron el actual territorio argentino: la del Norte proveniente del Perú; la del Este, que ingresa por el Río de la Plata y la del Oeste que accede por Chile. Estas corrientes fueron atraídas por las noticias acerca de regiones donde abundaban los metales preciosos.
Jerónimo Luis de Cabrera (Sevilla 1538~ Santiago del Estero 17 de agosto de 1574 ), nace en Sevilla, España. Arriba a Lima hacia 1569, en 1571 es nombrado corregidor y justicia mayor de la Villa del Potosí, a fines de ese año es designado "adelantado" para la exploración y conquista de nuevas tierras para la corona española en América, de este modo el virrey Francisco de Toledo le nombra gobernador del Tucumán con la orden de fundar una población en lo que hoy es Salta o en Santiago del Estero, sin embargo Cabrera decide hacer su fundación más al sur.
El territorio de la Provincia de Córdoba estuvo comprendido en la jurisdicción de la antigua Región del Tucumán, que había sido descubierta, en 1543, por el Capitán D. Diego de Rojas procedente del Perú. Para desempeñar su gobierno, el 20 de septiembre de 1572, fue designado por el Virrey del Perú, D. Jerónimo Luis de Cabrera, con la misión de fundar una ciudad y de pacificar y dar seguridad a la región, haciendo menos riesgoso el ingreso en ella. Cabrera llegó desde el Perú y, con la cooperación de encomenderos de San Miguel de Tucumán, Santiago del Estero y Esteco, fundó, el 6 de julio de 1573, la Ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía. A tal fin, erigió un fuerte a orillas del Río Suquía.
La histórica ciudad de Córdoba nació del deseo de vincular el Alto Perú con el Río de la Plata mediante lo que se conoció como el Camino Real. Córdoba es la segunda ciudad más importante de la Argentina y la principal de la región central del país. Si bien se encuentra en un extenso valle, a su alrededor gana altura por distintos sistemas serranos que le aportan un microclima propio. Dispersas siguiendo el camino hacia el norte, van apareciendo las capillas y estancias -del siglo XVII y XVIII- construcciones muchas de ellas legadas por los jesuitas. Cuando los jesuitas se radicaron, a principios de 1599, era aún una ciudad muy pequeña que contaba que contaba con pocos vecinos. Entre ellos los encomenderos (vecinos feudatarios), fueron duramente cuestionados por los “servicios personales” exigidos a los encomendados como tributo, lo que llevó a la decisión de privar a la orden de contribuciones. Obligada a sostenerse de manera autónoma, a partir de 1616 organizaron un sistema de Estancias, convento - factorías cuya función era la de proveer de sustento económico a la Orden y sus emprendimientos, ya que comprendieron desde un inicio que no se podía depender de los aportes de los vecinos.
Fundaron el Noviciado hacia 1608, obra a la que siguieron el Colegio Máximo en 1613 (hoy Universidad Nacional de Córdoba) y el Convictorio de Monserrat en 1687. Sin embargo toda esta obra sería interrumpida el 12 de julio de 1767, cuando Carlos III a través de una Real Cédula, ordenara la expulsión de los jesuitas de España y, por lo tanto, de América. El teniente del rey, sargento mayor Fernando Fabro, fue el portador del terrible mandato. Mantuvo a los jesuitas en el refectorio (comedor) del Colegio Máximo hasta el 22 de julio. Entonces fueron subidos a carretas y llevados hasta Buenos Aires, donde serían embarcados en una fragata con destino a Italia. En 1836 los jesuitas volverían convocados por Juan Manuel de Rosas, pero deberían soportar una nueva expulsión en 1843. Vencido Rosas, en 1852 se autoriza el reingreso de la Orden a Córdoba, pero recién en 1860, regresarían a la Campañía de Jesús. Mucho era lo que había ocurrido desde su partida: la revolución de mayo de 1810, la independencia de 1816, guerras civiles entre unitarios y federales… Los jesuitas se encontraban ahora en un Estado en proceso de unificación. Sus bienes habían sufrido distintas suertes: la Universidad y el Colegio de Monserrat pertenecían al Estado Nacional, las estancias, a particulares y la Iglesia presentaba terribles pérdidas. Pero esto no amedrentó a los jesuitas que remontaron la labor que alguna vez debieron interrumpir.Actualmente, la Iglesia de la Compañía de Jesús, la Universidad con su magnifica biblioteca, y el Colegio de Monserrat, ofrecen el testimonio esplendoroso. Las estancias jesuíticas de Córdoba son otra muestra singular de la organización productiva de los religiosos de la Compañía de Jesús en el país, que ha llegado a nuestros días a través de una arquitectura esmeradamente preservada.
El carácter único y relevante a nivel internacional de esta experiencia y sus testimonios patrimoniales ha sido reconocido por la UNESCO, que ha incluido el «Camino de las Estancias Jesuíticas» y «La Manzana Jesuítica» en la Lista de Patrimonio de la Humanidad, en el año 2000.
En el próximo post daremos la ocasión de descubrir el «Camino de las Estancias Jesuíticas» y «La Manzana Jesuítica» que marcan la identidad cultural y turística de Córdoba.
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